Luego de un año viviendo en Barcelona se hizo la hora de seguir el camino y descubrir nuevos destinos y paisajes. Retomar la carretera nos llena de alegría y emoción. Volver a vivir con lo necesario y dejar de lado todos esos lujos a los que nos acostumbran las grandes ciudades y confiar en que lo único que necesitamos para viajar es desplazarnos. Esperamos que disfruten leer nuestra historia tanto como hemos disfrutado creándola.

Nuestras bicicletas recien compradas por Wallapop
Nuestras bicicletas recien compradas por Wallapop

Al acabarse el alquiler de nuestra habitación y vernos en la necesidad de mudarnos, decidimos usar el dinero en preparar el viaje. Conseguimos dos bicicletas, armamos alforjas y preparamos carpa, bolsas de dormir y otras cosas básicas para acampar donde nos tomara el camino.

Salimos sin cascos y nuestras alforjas improvisadas hechas con nuestros antiguos bolsos. Quedaron mucho mejor de lo que esperábamos en principio.

Llego el día y salimos desde el Tibidabo. Descendimos toda la montaña con peso, lo cual fue bastante divertido y alentador para comenzar la ruta.

En la montaña del Tibidabo antes de empezar el descenso.
En la montaña del Tibidabo antes de empezar el descenso.

Ese día llegamos al Prat de Llobregat, donde decidimos hacer la ultima parada antes de salir de la gran ciudad. Hicimos música en la peatonal para recolectar algo de dinero y comprar comida para el día. Nos fue mucho mejor de lo que esperábamos y nos alquilamos una noche de hostel.

Al día siguiente salimos de mañana. Decidimos dejar algunas de las camperas de invierno porque eran muy grandes y pesadas para el viaje. Ese día pedaleamos hasta Cubelles, donde empezó a notarse el frío un poco. Buscamos un sitio donde armar la carpa, preparándonos para pasar la noche frente al mar. Estuvimos hablando sentados frente al campamento hasta que el dueño de una pizzeria que nos había visto llegar nos regalo una pizza, cervezas y ánimos para continuar. Comimos y festejamos la victoria de nuestro primer día de viaje.

Nuestro campamento en Cubelles
Nuestro campamento en Cubelles

A la mañana siguiente nos levantamos lo mas temprano posible, fue ahí cuando percibimos que había muchísimo viento, pero que lo teníamos a favor.

El camino de Cubelles a Altafulla es hermoso, pasamos por un lugar llamado Roc de Sant Gaieta, un lugar mágico. Hicimos el paso costero que aunque está prohibido para bicis en verano, por la temporada pudimos hacerlo.

Juli en Sant Gaieta a las dos de la mañana
Juli en Sant Gaieta a las dos de la mañana

Llegamos a Altafulla al atardecer, acampamos en un bosquecito justo encima de una cala llamada Platja de Canyadell.

Al día siguiente tuvimos que tomar el tren una estación hasta Tarragona, pues las rutas por la costa se cortaban y no queríamos ir por la carretera junto a los autos aunque fue inevitable por los puertos, lo que nos hizo ir de Tarragona a Villa Seca para poder bajar hasta Salou.

Ese día llegamos hasta La Riviera, hicimos el campamento de nuevo frente al mar y nos abastecimos de nuevo con comida y velas en Miami Platja.

Aquí acampamos en La Riviera
Aquí acampamos en La Riviera

Lo siguiente fue mas duro, porque los pueblos estaban prácticamente vacíos y los caminos costeros se acababan. Desde Miami Playa tuvimos que entrar a la carretera ya que el acceso a la playa está obstruido por hoteles y campings privados. En la ruta vimos un par de bares donde algunas personas comían. Aprovechamos para hacer nuestro show de música y malabares, la gente fue muy receptiva en este lugar y luego de conversar y recibir un poco de dinero seguimos.

Al salir de Hospitalet del Infante se acaban las ciudades hasta Amposta. Una mezcla entre montañas y playas muy bonita. El avance fue lento pero logramos llegar ese día hasta L'Ampolla donde tomamos un tren a Tortosa, ciudad del interior que queríamos visitar pero se hacia muy difícil desviarnos para ir en bicicleta. Allí estuvimos un rato en el semáforo y luego decidimos aprovechar el descenso hasta Amposta tomando la ruta junto al Rio Ebro. Dos horas de una muy hermosa travesía.

Un puente en Tortosa
Un puente en Tortosa

Todo alrededor es campos de naranjas y mandarinas, casas antiguas y canales desviados del rio Ebro para riego de los campos. Mientras pedaleabamos teníamos el atardecer naranja acompañándonos, así llegamos hasta Amposta donde nos alojó una pareja que contactamos por BeWelcome.

Al día siguiente quisimos visitar el Delta del Ebro, hicimos algunos kilometros pero hacía tanto frio que nos resfriamos y decidimos volver a Amposta donde pasamos una noche más compartiendo con nuestros anfitriones.

Salir en bicicleta de Amposta es complicado pues la Sierra del Montsia se presenta antes de llegar a Sant Carles de la Rapita, desde donde volvimos a la costa para poder retomar el camino plano. Fue una hermosa ruta hasta Peñíscola, cruzamos varios pueblos costeros como Vinarós y Benicarló. Toda esa región combina la cultura catalana y la herencia árabe. Luego el clima empeoró mucho obligandonos a tomar el tren hasta Benicasim donde ya nos esperaba otro contacto que hicimos por BeWelcome, quien por dos días nos presentó la ciudad, muy hermosa experiencia pues a pesar del clima invernal es un paisaje increible.

Paisaje durante la ruta
Paisaje durante la ruta

Desde Benicasim a Castellon hay una ciclovia y fue en ella donde pinchamos una rueda por primera vez. Paramos a arreglarla bajo el sol de mediodía, lo que nos dió fuerzas ante el frio del invierno. Luego de reparar la rueda llegamos a Castellon donde comimos e hicimos algunos espectáculos en las terrazas de la ciudad. Descansamos la comida y seguimos ruta sin parar hasta llegar a Sagunto, dimos una vuelta por la ciudad para ver la enorme muralla que se alza en la parte mas alta del lugar y acampamos en la playa. Esa noche hizo bastante viento, sin embargo dormimos bien y nos levantamos temprano para hacer los 30km que faltaban hasta llegar a Valencia.

El camino es muy bonito, la mayoría, rutas entre los campos de arboles y sembradíos. Avanzamos lento por el clima e hicimos varios descansos para comer y tomar el sol cuando salía. Llegamos tarde y cansados a la ciudad, donde alquilamos una caravana para pasar los primeros días. Nos sentíamos muy felices de haber conseguido nuestra meta, de haber resistido y experimentar viajar con el clima en contra pero el viento a favor. Desarmamos nuestras bicicletas y convertimos por tres meses una caravana en nuestra casa, donde pasamos uno de los inviernos mas fríos que ya vivimos en nuestro viaje. El invierno en Valencia. Historia que les contaremos en un siguiente post!!!